Boni no era solo un cocinero; era un maestro de los fogones. Su talento innato, pasión y creatividad inagotable se percibían en cada plato que salía de su cocina. Con él al mando, Àtic se ha convertido en un referente gastronómico, un lugar donde cada bocado es una experiencia, cada comida una celebración de la vida y del buen gusto. Su capacidad para fusionar sabores, reinterpretar tradiciones y sorprender con innovaciones culinarias, ha marcado el sello de la cocina de Àtic.
Más allá de su habilidad con los ingredientes, Boni era un ser humano excepcional. Su humildad, dedicación y espíritu colaborativo lo hacían querido por todos. Quienes han trabajado a su lado saben que más allá de ser un chef, era un mentor, un amigo, alguien que siempre tenía tiempo para enseñar, para escuchar, para compartir una sonrisa. Siempre inspirando a todo su equipo para dar lo mejor de sí mismos.
El legado de Boni en Palau Alameda es inmenso. Cada rincón de Àtic lleva su huella, cada receta que ha creado, cada consejo que ha dado, cada idea que ha compartido, seguirá viviendo en nuestro día a día. Aunque ya no esté físicamente con nosotros, su espíritu continuará guiando nuestra cocina, inspirándonos a seguir su ejemplo de excelencia y amor por lo que hacemos.
Este es un homenaje a Boni, a su vida, a su pasión y a su arte. En cada plato que sirvamos, en cada sonrisa que provoquemos, habrá un pedacito de él. Boni, allá donde estés, gracias por todo lo que nos has dado. Tu memoria y tu legado permanecerán vivos en Palau Alameda, y en el corazón de todos los que tuvimos la fortuna de conocerte.
Descansa en paz, querido amigo y maestro.