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En la Alameda del Turia ha nacido una estrella, su nombre es Àtic y pertenece al cielo de València. La niña bonita de Palau Alameda. Delicada y sensual; elegante y atrevida; encantadora y canalla. Esta es la fórmula de restauración, ocio y cultura que los amigos de Music Resort S.L. han presentado ante València. Propuesta destinada a un público que anhela lugares nuevos donde volver, como Gardel (en su tango) vuelve al primer amor.
Asimismo, el antiguo Alameda Palace va marcando su retorno para deslumbrar. Como merece. Como en los últimos años del Hollywood dorado, cuando nació, a principios de los sesenta. Aunque el blanco y negro de aquellas décadas abre paso al color de la city actual. Más cosmopolita, más dinámica, más optimista… ¿La prueba? Àtic y su terraza. Y, por supuesto, su gente. Energía. Diseño. Gastronomía. Sosiego. Emoción.
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Así se vivió la inauguración.
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Éste es el resultado. Más de dos años de trabajo trepidante desde el comienzo de la remodelación del edificio. Reuniones con la administración, con arquitectos, diseñadores, proveedores… Cascos y a pie de obra. Pruebas, menús, música, luces y últimos detalles. Selección del personal más cualificado, equipo cerrado. Arriba el telón. ¡Qué importantes son las personas! Factor humano, siempre un plus. El tiempo lo coloca todo. Y a todos.
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Los fogones de Àtic en plena ebullición.
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Núcleo duro del equipo Palau Alameda.
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Tutto pronto. Comienza la inauguración. Parada de rigor en el photocall de la entrada. Escaleras arriba, leve hormigueo por lo desconocido, suave murmullo; y el deseo de que Àtic sea mi lugar. Una vez en la azotea de Palau Alameda se produce el impacto. Parolio -reconocido diseñador de interiores- ha conseguido fundir la vegetación exterior con la interior, la fauna oriunda y nuestro azul mediterráneo. Éter único en la capital. Auténtica alegoría de la tierra valenciana. This is Àtic.
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Barra principal de Àtic.
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Muchos nombres conocidos, muchos rostros. Completa representación del mundo de la empresa, la moda, el diseño, la comunicación, la publicidad o la gastronomía… además de habituales de la sociedad valenciana. Más de 600 asistentes cerraron el círculo Alameda y aportaron los toques de color, simpatía y elegancia requerida. Crepúsculo de reencuentros, afectos y muchos abrazos. “A València le hacía falta esta atmósfera” o “nos vemos en Àtic la próxima semana”, se escuchaba.
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El diseñador valenciano Francis Montesinos en Àtic.
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Los efectos de Àtic.
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Entretanto, un ballet de camareros con delicias autóctonas e internacionales, dirigido por el chef Nicolás Román, bailaba entre los invitados: de África occidental, baos de mafé senegalés; Alaska aportó el salmón salvaje de las mini hamburguesas; Perú estuvo presente con su ceviche; el toque europeo lo puso Italia, con el vitello tonatto; y un delicioso steak tartar, con pinceladas valencianas, entre otras exquisiteces. Un adelanto de lo que nos espera.
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Mejillón en escabeche con crema de zanahoria escabechada.
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De la música se encargó el maestro Alex Font y su banda. ¿Qué más se puede pedir? Los hermanos Pepe y Nacho Fernández, Ramón Matoses, Pascual Granell, Nacho Rees y JP Candela, socios e impulsores del proyecto, no podían estar más contentos. No es para menos. Veda abierta, 17 de mayo, 19.30 h. Fecha y hora inolvidables en el calendario de nuestras vidas. No hay vuelta atrás. El claim (YA) estamos aquí cobra pleno sentido.
Àtic Bar es la parte de la terraza más voluble, más joven, inquieta. Cualquier hora del día es buena para tapear, cervecear, tardear o saborear un vermut. ¿Por qué no? Cocina creativa con ingredientes de nuestro folklore. Nuevas experiencias donde el protagonista es el comensal y su paladar. Con una carta más desenfadada, para un encuentro más casual.
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Âtic Bar, el rincón más divertido de la terraza.
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Àtic Restó: la gran apuesta culinaria. Cocina de autor, onírica, vanguardista. No se olvida la tradición, se reinterpreta lo perenne, desde el “kilómetro 0”. Producto (de la huerta valenciana y de nuestro mar), técnica y sabor. Con el sello de Nicolás Román. La sorpresa gourmet que la ciudad espera desesperadamente.
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Àtic Restó, porque a veces una imagen vale más que mil palabras.
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Al fondo el mirador de Àtic. La deseada azotea. Un balcón exclusivo donde disfrutar de un brindis al compás de un Gin-tonic canónico, bajo el know how del barman; escuchar música; contemplar el atardecer a través de un skyline casi virgen… despertar tus sentidos. Sus vistas panorámicas a los jardines del Turia y al paseo de la Alameda lo convierten en un palco singular. Irrepetible. Así lo percibió el público en la apertura. De momento, Àtic: un restaurante, dos experiencias, un terraceo continuo del que ya se puede disfrutar. A partir de junio, más.
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Àtic, de la terraza de València al cielo.
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El mundo se rinde ante València como destino turístico, por enclaves como este. Las cifras lo confirman. Pero ignoremos los números; escuchemos las lenguas de las gentes que nos visitan, sintámoslas, aprendamos de ellas. Transcultura. Transformación. Transgresión. Nunca antes Japón, China, Italia, Alemania, Reino Unido, Francia… estuvieron tan cerca de nuestra vereda. ¿Gastronomía, tradición, arte, historia, paisaje, carácter…? La cita es en Àtic y su terraza panorámica. Ayer y hoy. Eso es Palau Alameda, la nueva catedral urbana.
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Una terraza mágica.
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Y así llegó el final. En la terraza de Àtic, bajo la luna de València, me despedía de los amigos y la gente con la que había compartido una velada muy feliz. Bajaba las escaleras para cruzar el río, el camino de regreso a casa había comenzado. Mi cabeza se resistía a olvidar todo lo que allí había sucedido. Mientras, inevitablemente, ya pensaba en volver. En vivir.
Raúl Hurtado
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